El debate territorial en España muestra síntomas de estancamiento, en el que las viejas retóricas no resultan ya satisfactorias para reflejar las problemáticas que afronta la sociedad española y su articulación territorial. La realidad autonómica ha mostrado durante las décadas precedentes que la política española era capaz de encontrar fórmulas y ajustes institucionales altamente sofisticados para responder a muchos de sus retos.

Ante esa situación, España -el Estado y la sociedad- tienen la oportunidad de redefinir las preguntas y replantear las respuestas tradicionales. Se impone la necesidad de pasar de un modelo radial a una concepción del país en forma de malla, en la que la multilateralidad se construya sobre una clarificación de derechos y obligaciones. El monopolio del eje Madrid-Barcelona en la conversación española debe dar paso a una expresión más plural, la que emite la España polifónica desde sus múltiples nodos territoriales.

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